Villa situada a los pies de la Sierra de Arbe, es conocida por su larga tradición alfarera y salinera. A su Salinar de la Rolda (uno de los varios que existen y el menos deteriorado) nos dirigimos para encontrarnos con José Antonio, que nos acompañará durante el resto de la visita.
Allí encontramos las instalaciones en plenos preparativos para el comienzo de la temporada. Gracias a las explicaciones de José Antonio nos transportamos a épocas lejanas en las que la Villa tenía una población mucho mayor y gran riqueza. In situ nos alecciona sobre la historia y origen del manantial, además del método tradicional de recogida de la sal. Posteriormente, en el pueblo, veremos los Alfolíes, los almacenes de enormes dimensiones donde almacenaban la sal.
Una vez en el pueblo nos dirigimos hacia su parte alta para visitar la Colegiata de Santa María la Mayor, descubriendo sus más recónditos espacios. Entre ellos la torre campanario, desde donde pudimos acceder al abovedamiento de la iglesia (“las entrañas de la cubierta”). Saliendo por la parte de atrás de la Colegiata se veían los restos de la antigua muralla donde antaño se encontraba el castillo. Caminando por las empinadas calles del barrio alto o de Cotón, admiramos la característica arquitectura de los pueblos de la zona que crecían alrededor de los castillos, con sus construcciones apiñadas, altas y estrechas.
La Oficina de Turismo (cuya apertura anual será a comienzos de julio hasta mitad de septiembre), el centro social multiusos y el Centro de Interpretación de la Alfarería, completaron la visita.